Francisco González, profesor de hatha yoga

Francisco González - Efecto Yoga Málaga

Francisco González – Efecto Yoga Málaga

 

Malagueño de nacimiento, Francis era un niño introspectivo, observador y muy tímido. «Qué niño más tranquilón», oyó decir a su tía Carmen en alguna ocasión. Le encantaba dibujar y odiaba el fútbol, siempre era el penúltimo en ser elegido cuando había partido en el colegio. Resumiendo mucho, consiguió sobrevivir a la adolescencia (como todos), terminó sus estudios universitarios y encontró trabajo como traductor en un bufete de abogados en Marbella.

En el año 2004 recibió su primera clase de yoga como alumno. Un domingo por la mañana, animado por su compañero de piso, fue a un centro de yoga llamado Yogacenter Marbella. Se trataba de una casita situada en la carretera de Ojén. Todo el mundo iba vestido de blanco y se saludaban dándose un piquito. Lleno de ego, arrogancia y limitaciones mentales, Francis pensó: «valiente hatajo de hippies, aquí están todos fumados».

Un señor alemán muy barbudo –cuyo nombre se avergüenza de no recordar– guio en alemán, inglés y español una secuencia de posturas clásicas del hatha yoga. Al terminar la clase, Francis sintió como si su cuerpo flotase en una nube de serenidad. Después lo invitaron amablemente a quedarse a una sesión de kirtan. «Mira, la clase ha estado muy bien, pero eso de ponerme a cantar mantras es demasiado sectario para mí», volvió a pensar su mente egoica.

Acudió varias veces más a aquel centro de yoga durante el tiempo que estuvo viviendo en Marbella. Pero pasó «de puntillas», sin absorber de verdad todo lo que podría haber obtenido de aquella experiencia. Cosas de la edad, supone. A día de hoy, tiene pendiente una visita y, esta vez, se quedará hasta el final y cantará todo lo que haya que cantar a voz en grito.

A pesar de su inmadurez, aquellas primeras incursiones plantaron una semilla en él, y durante los años que siguieron, Francis continuó practicando yoga con relativa frencuencia en diferentes centros y gimnasios. Algo bueno pasaba cada vez que pisaba la esterilla, el yoga había entrado en su vida para quedarse.

 

El empujoncito

En 2013, la empresa para la que trabajaba hizo un ERE y despidieron a todo el mundo. Un buen día, hablando con su amiga Cristiana –que también había trabajado para la misma empresa–, se acordaron de Ría, la profesora de yoga que impartía clases en el gimnasio al que iban. Recordaron su mirada limpia, su voz sosegada, su eterna sonrisa dibujada en el rostro, y dijeron: ¿Por qué no nos formamos como profesores de yoga? Una búsqueda en Google bastó para dar con Tao Center – Escuela de Terapias Naturales, un centro certificado por la Yoga Alliance.

De sus maestros Gleb Loginov y Sabine Schalk dice haber recibido su auténtica educación emocional. Le enseñaron que (casi) nada es imposible con rigor, disciplina y empeño. Los primeros días fueron muy duros, recuerda que estuvo a punto de tirar la toalla. Pero una vez superado el shock inicial, Tao Center le supuso una inyección de confianza, seguridad y energía creativa. El empujón necesario para perder el miedo y empezar a andar solo. Bueno, solo, solo, no: con Cristiana y con Mónica.

 

Efecto Yoga Málaga

Y de este modo dio comienzo una nueva etapa. Aún recuerda la emoción de co-crear y poner nombre a un nuevo proyecto vital, aún recuerda el apoyo incondicional de sus amigos y familiares, aquella primera «clase piloto» en Lacasadegrund.

La práctica del yoga constituye para Francis una forma efectiva de luchar contra los miedos que nos bloquean, contra los «no puedo». Y en la medida de lo posible, trata de verter en sus clases optimismo y energía. Concentración, autoescucha y conciencia respiratoria son sus otros pilares.

Por supuesto, el proceso de aprendizaje no acaba nunca, y son muchos los maestr@s (empezando por sus propios alumn@s) con quienes ha tenido la suerte de cruzarse, a los que admira y tiene como referentes, tanto en el ámbito del yoga como en el de la meditación y el desarrollo personal. Inevitablemente, en este apartado debe hacer una mención muy especial a Conchi, del centro de yoga Amitabha.

Francisco González también es quiromasajista titulado en Quiromás – Formación profesional en quiromasaje y terapias naturales, aunque actualmente esta faceta es más un hobbie que otra cosa.